A la rabiosa jauría desatada en contra del candidato del pueblo, el Lic. Andrés Manuel López Obrador, se sumó la semana pasada el mandamás en turno de la Secretaría de Educación Pública, el Mtro. Aurelio Nuño Mayer. Éste, movido por alguna clase de súbita inspiración, pronosticó que en caso de la eventual victoria del Lic. López Obrador en la competencia por la presidencia de México la famosa “reforma educativa” se vería amenazada y que, muy probablemente, se produciría un retroceso hacia formas superadas de prácticas de corte clientelar, de bien conocidos mecanismos de corrupción como venta y herencia de plazas, sobresueldos, ausentismo, trabajos dentro y fuera de las escuelas y demás. No cabe duda de que el Mtro. Nuño es una persona sumamente discreta, pues entre otras cosas se abstuvo de decir que eso de lo que sin que se haya producido todavía ya acusa al candidato de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) es parte de lo que su partido, el PRI, le heredó al país. El descaro de los priistas, hay que decirlo, es realmente fantástico: ellos, que se constituyeron en los maestros del fraude y la corrupción, son quienes ahora acusan a diestra y siniestra a sus adversarios políticos de lo que ellos tan exitosamente institucionalizaron! El Mtro. Nuño habla de peligros potenciales en relación con eventos potenciales, por lo que yo me inclinaría a sostener que su seriedad y su indignación también son potenciales, pero no entraré en el análisis detallado de su conducta verbal porque no es ese realmente el tema que me interesa. Me limitaré a señalar que el Mtro. Nuño ejemplifica a la perfección la práctica camaleónica priista de transformación mágica de un día para otro: el lunes es Jefe de la Oficina de la presidencia y el martes es Secretario de Educación Pública. Ese fenómeno es de lo más común entre los priistas los cuales, con la mano en la cintura, pasan sin problemas de la Secretaría de Hacienda a la de Relaciones Exteriores para luego pasar a la Sedesol (Secretaría de Desarrollo Social) o al Instituto Mexicano del Seguro Social o a la dependencia gubernamental que sea. Eso no importa! Ellos se creen preparados para pasar del sector salud al sector educacional, de éste al energético y así ad infinitum. A todas luces, esa costumbre priista de pasar del amateurismo a la profesionalización (un proceso que les puede llevar hasta 30 años!) a costa del pueblo de México que es quien paga por sus errores de iniciación, llegó para quedarse. En lo que al Mtro. Nuño concierne, dejando de lado su triste papel en el infame caso de la “Casa Blanca” (un caso en el que él defendió lo que hasta el mismo presidente después públicamente consideró que había sido un “error”) y sus poses de lord (sin duda, importados de Oxford, si bien habría que señalar que el “college” en el cual él estuvo, esto es, St. Anthony’s, que es un colegio básicamente para graduados y extranjeros, ni siquiera tiene “formal dinners”, que son de la clase de prácticas típicas de Oxford de las que se le habría podido impregnar algo que permitiera explicar sus actitudes de barón, tan fuera de lugar en un universo como el de la SEP), no podemos menos que preguntarnos sobre qué bases puede él desarrollar una auténtica reforma educativa, pensada para los niños y las niñas de este país, cuando él se formó en una universidad católica privada. ¿Qué contacto tuvo él antes de llegar al puesto que ahora ocupa con alumnos y maestros de ciudades pequeñas diseminadas a lo largo y ancho de México, de zonas agrarias, con escuelas públicas aquí mismo en la ciudad de México, en la Candelaria de los Patos, en la Merced, en Tláhuac, etc.?¿Qué visión de lo que es y debe ser la educación nacional puede brotar de alguien que habla como hacendado y que llegó al puesto por una jugada de ajedrez político, pero ciertamente no por méritos pedagógicos o relacionados con el sector educativo? Todo esto hace pensar que cuando hablamos de “reforma educativa” se puede estar hablando de cosas muy diferentes según quién use la expresión. Por lo pronto, yo estoy persuadido de que el Mtro. Nuño y el Lic. López Obrador tienen en mente cosas distintas cuando hablan de “reforma educativa”. Propongo entonces que, para aclararnos a nosotros mismos qué está en juego le echemos un vistazo al “Modelo Educativo” que, de acuerdo con los miedos del Mtro. Nuño, podría verse en grave peligro en caso de que el candidato de MORENA ganara, como la razón indica que debería suceder, la presidencia de la República el año entrante.
Antes de entrar en materia permítaseme hacer un veloz recordatorio para ubicar mejor el proyecto de reforma. Como todos sabemos, el sector magisterial fue un sector sumamente combativo y de vanguardia hasta que, a punta de golpizas y tácticas represivas, fue destrozado durante el gobierno de Adolfo López Mateos, respaldado e incentivado por su Secretario de Gobernación, el sanguinario Gustavo Díaz Ordaz. Para controlar a los maestros, los gobiernos priistas se apoderaron del sindicato y practicaron de la manera más descarada la política de control de los maestros a través de la corrupción del sector. De ahí surgió el monstruo que, primero, fue destruyendo poco a poco la educación en nuestro país, convirtiéndose ante todo en un órgano activo del PRI y del gobierno, muy útil en particular durante los períodos electorales, con nefandos líderes enriqueciéndose de manera tan increíble como ofensiva y que terminaron creyéndose indispensables en el sistema. El problema fue que con la destrucción sistemática del sistema educativo nacional el propio Estado empezó a sentirse asfixiado y, medio siglo después de lo que pasara con Othón Salazar y el movimiento magisterial de finales de los años 50, entendió que por meras razones de sobrevivencia había que modificar la política en el sector educativo. Los primeros en protestar, naturalmente, fueron los líderes y ahí empezó una lucha que muy rápidamente terminó metiendo a la cárcel a la lideresa suprema, Elba Esther Gordillo, de cuyas hazañas prefiero no hablar. Así, lo que ahora se llama ‘reforma educativa’ constituye simplemente la implantación de una política correctiva, pero sin dejar de tener el control sobre el sindicato de los maestros y sin dejar de sembrar la discordia y la división entre ellos. Yo no creo que ni a corto plazo ese programa tenga éxito.
Con ese trasfondo, podemos entender entonces qué es la “reforma educativa”. Sí hay efectivamente una política de reforma en el sector, pero es todo menos educativa. Viene desde luego revestida en un lenguaje pseudo o cuasi-académico, pero es totalmente vacua desde el punto de vista de la educación propiamente hablando. Esto no es inexplicable: eso que se llama ‘reforma educativa’ debería llamarse más bien ‘reforma gubernamental del sector magisterial’. Eso sería un apelativo mucho más acorde a lo que se propone. Y podríamos estar de acuerdo con la idea de regenerar la escuela primaria y secundaria de México si todo se redujera a eso, pero cuando examinamos con un mínimo de atención los cambios y la orientación que se le quieren imprimir a la educación infantil mexicana, entonces es difícil no darse cuenta de que lo que se está promoviendo es una reforma educativa anti-nacional o apátrida. Y esto, pienso yo, no es muy difícil de hacer ver.
Que todo el “modelo” está marcado ideológicamente de principio a fin es algo que se revela desde la primera página del texto en el que está plasmado. La SEP se formó en 1921, bajo la presidencia del Gral. Álvaro Obregón quien al frente de la cual puso al conocido intelectual mexicano José Vasconcelos. Sobre el desempeño de Vasconcelos en la SEP hay mucho que decir, pero no entraré en detalles aquí y ahora. Es innegable, por otra parte, que tanto en su primer periodo como durante su segundo periodo como Secretario de Educación Pública (en el sexenio de López Mateos, precisamente), el Mtro. Jaime Torres Bodet fue un destacado ministro. Ambos están mencionados en el preámbulo. Pero lo que es una distorsión y una auténtica canallada histórica es que en el texto ni siquiera se mencione la distinguidísima labor educativa desarrollada por el Lic. Narciso Bassols ni lo que, unos cuantos años más tarde, vino a ser conocido como la ‘educación socialista’, impulsada por el Gral. Cárdenas. O sea, el programa de Nuño (con el visto bueno, desde luego, de la presidencia) borra de golpe el periodo más glorioso de la educación mexicana, el periodo durante el cual realmente se sentaron las bases de la educación popular en México. Si el Mtro. Nuño ignora eso lo único que podemos hacer es recomendarle que se instruya, que vaya a la escuela.
Ahora sí, me parece, podemos echarle un vistazo al “modelo”, lo cual requiere también un par de aclaraciones previas. En la SEP, ignoro por qué, son muy afectos a las modas y desde hace ya varios sexenios en ella se ha acogido a toda clase de oportunistas, los cuales se incrustan en la institución e influyen en su orientación general y en las políticas pedagógicas que desde la Secretaría se implementan sin que les importe mayormente sus efectos en la niñez mexicana. Durante el periodo de Luis Echeverría, argentinos y chilenos expulsados de sus respectivos países y a quienes justamente se les dio asilo en México impulsaron reformas que eran obviamente negativas para el país y que tuvieron consecuencias desastrosas, como por ejemplo la introducción de las letras de molde en lugar de la escritura normal. Durante el periodo de E. Zedillo la palabra mágica en la SEP era ‘valores’: había que educar “con valores”, “inculcar valores”, “transmitir valores” y así ad nauseam. Saltaba a la vista que esa moda, importada de algunas universidades norteamericanas, no tenía ni sentido ni valor, pero ¿quién, aparte del presidente, disuade a un Secretario de Estado en este país? Era más fácil convencer a un virrey que modificara algún edicto que lograr que un Secretario no haga su capricho. En todo caso el punto importante es que ahora también el nuevo “modelo” incorpora sus palabras clave, las cuales revelan que no se tiene ni idea de qué es lo que se pretende implantar. Voy a dar un par de ejemplos para ilustrar.
Teóricamente, la noción crucial del “nuevo modelo pedagógico” es la noción de “aprender a aprender” (está también la noción “aprender a convivir”, pero como lo que diga sobre la primera vale, mutatis mutandis, para la segunda, no me ocuparé de esta última). La “justificación” para apelar a esta idea es que la memorización es inadecuada en los tiempos de la “sociedad del conocimiento” (otra de las execrables expresiones meramente importadas y, por ende, usadas sistemáticamente de manera descontextualizada). Lo que se requiere es que los alumnos (niños y púberes) aprendan a resolver problemas, a pensar críticamente y cosas por el estilo. El slogan fundamental, el nuevo apotegma de la reforma educativa, es “hay que aprender a aprender”. ¿Por qué es eso una falacia atroz? Voy a tratar de explicarlo.
Hay verbos que son, llamémoslos así, de primer nivel. Usamos el verbo para indicar directamente que una acción se está llevando a cabo. Verbos como ‘comer’, ‘platicar’ ‘estudiar’, etc., son claramente verbos de primer nivel. Tenemos, sin embargo, verbos que de alguna manera recogen o apuntan a lo que se logra cuando se realizan acciones de primer nivel. Llamemos a estos verbos ‘verbos de segundo nivel’. O sea, por medio de verbos de segundo nivel hablamos de las acciones indicadas por los verbos de primer nivel. Esta es una de las múltiples jerarquías de las que está lleno el lenguaje. Pero si existe esa distinción entre verbos y expresiones de primer nivel y palabras de segundo nivel es porque los términos involucrados no significan de la misma manera. Cuando decimos que, por ejemplo, Luisito aprende rápido, lo que queremos decir es que Luisito responde de inmediato a las preguntas en el examen, que Luisito memoriza fielmente los poemas que oye y cosas por el estilo. En otras palabras, cuando usamos el verbo ‘aprender’ no estamos designando ninguna actividad en particular. No existe una actividad que se llame ‘aprender’, porque aprender no es un verbo de primer nivel. Por lo tanto, cuando alguien dice que hay que “aprender a aprender” lo que está diciendo, salvo si lo dice en contextos teóricos u otros muy peculiares, es una reverenda tontería. Si, per impossibile, nos permitiéramos preguntar: ¿cómo se aprende a aprender?, lo único que podríamos sensatamente responder es. “practica la lectura, escribe todos los días una página y corrígete, memoriza bien las tablas de multiplicación” y así ad libitum.
Es evidente que falacias de esta clase inundan el habla de muchas personas. Hay quien gusta de decir, por ejemplo, que hay que aprender a amar, pero aparte de una frase que podría ser útil en determinadas circunstancias y para determinados efectos, en el nivel del lenguaje coloquial: ¿qué se podría querer decir con ella? Sería una tontería decir algo así. ¿Por qué? Porque, una vez más, ‘amar’ es un verbo de segundo nivel: Juan ama a María porque la quiere, la respeta, la trata bien, etc.; Toño ama a su perro puesto que le da de comer, lo baña, lo cuida, etc., pero ¿qué clase de orden le estaría dando alguien a una persona si le dijera que tiene que “aprender a amar”? Aprender a amar es algo que se hace amando a personas concretas, a seres vivos, conduciéndose de cierta manera, etc. Es, por así decirlo, amando como se aprende a amar y, este el punto relevante para nosotros: es aprendiendo como se aprende a aprender. Por lo tanto, trasladar el énfasis de los procesos educativos del nivel real de aprendizaje, que es el nivel 1, a un fantasmagórico nivel 2 que sería el del aprendizaje del aprendizaje no es más que jugar con palabras y burlarse de la gente. Eso es lo que se hace en el “modelo educativo 2016”.
Podemos ahora extraer ciertas conclusiones, muy tristes debo confesarlo, respecto a lo que es el verdadero proyecto educacional para México incorporado en la tan cacareada “reforma educativa”. Al desestimar la verdadera educación, que es la educación de asimilación de conocimientos (de historia, de matemáticas, de biología, de español, etc.), lo que se pretende hacer es precisamente alejar a los niños y las niñas del mundo de conocimiento real. En el texto del “modelo pedagógico” se habla una y otra vez de la “sociedad del conocimiento”. Nunca se define dicha noción (ni se intenta hacerlo), pero podemos tener una idea de lo que se quiere decir. Lo que se quiere decir es simplemente que en la actualidad los individuos que no están preparados cognoscitivamente (no ‘cognitivamente’, como se dice en el texto. Esto último quiere decir otra cosa) no podrán ascender en la escala social, con todo lo que eso entraña. Por otra parte, ¿qué significa ‘estar preparado cognoscitivamente’? Entre otras cosas, haber asimilado mucha información. El que la información a nivel mundial crezca exponencialmente día con día no significa que haya que ignorar la que ya se acumuló ni que sea factible brincarse las etapas. No es así como se podría pasar de la primaria al doctorado por mucho que el alumno haya “aprendido a aprender”. Eso aparte de falaz es una patraña inmensa. Al desdeñar la asimilación concreta de información lo que se proyecta hacer con la niñez mexicana es moldearla de manera que, para cuando se haya transformado en adulta, conforme una población de taxistas habilidosos, de boleros ingeniosos, de meseras locuaces y así sucesivamente. Los planeadores de la SEP no pueden pretender engañarnos haciéndonos creer que el conocimiento es en última instancia superfluo y que sólo cuentan o son importantes las “habilidades”. De nuevo, ‘habilidad’, como ‘inteligencia’ para dar otro ejemplo, son palabras de segundo nivel. Se es hábil porque se sabe redactar, hacer operaciones matemáticas, dibujar mapas, programar, etc., pero no tiene el menor sentido decir que se puede preparar a alguien para que “desarrolle habilidades”, en abstracto: las habilidades sólo se desarrollan realizando actividades concretas exitosamente. ¿Y qué es esto último? Saber leer, saber historia, saber biología, etc. Por increíble que parezca, eso es de lo único que no se habla en el super “modelo educativo 2016”.
Llama la atención en el texto, aparte de ser “anti-cognoscitivo” en espíritu de arriba a abajo, la total carencia de alusiones a México, a la patria, a nuestros héroes, a nuestro lenguaje, etc. Hay mucho de “igualdad de género”, de “aprender a convivir” (otra locura del texto) y cosas por el estilo (se trata en verdad de un texto verborreico insufrible), pero el sano nacionalismo está notoriamente ausente. Éste no forma parte de la perspectiva con la que se quiere imbuir a la SEP. Si justamente México es un mosaico étnico, son dos los ejes por los que se debe transitar simultáneamente: el del cemento nacional y el de las peculiaridades contextuales. Desde luego que se tienen que reforzar las culturas y los lenguajes indígenas y éstos varían de estado en estado, pero también se tiene que reforzar la unidad nacional, la idea de México como una nación indisoluble, ligada por un pasado compartido, un lenguaje común y un futuro único, independientemente de acentos y localismos. Ni una sola reflexión de esa naturaleza encontramos en el citado “modelo educativo”.
Yo creo que ahora sí estamos en posición de evaluar el juicio del Mtro. Nuño sobre el Lic. López Obrador. ¿Teme que la “reforma educativa” quede cancelada cuando éste llegue a la presidencia? Yo creo que se equivoca. Yo creo que el Lic. López Obrador está muy consciente de que el gobierno tiene que dejar de controlar al sindicato de maestros, que lo que hay que hacer es re-estructurarlo, limpiarlo (sobre todo de sus líderes) y dejarlo que actúe como lo que debería ser, esto es, como un instrumento de defensa y promoción de los derechos de los trabajadores de la educación y no como un mero apéndice y un instrumento de los gobiernos en turno. Pero yo creo que también el Lic. López Obrador está consciente de que sencillamente no se ha realizado ninguna reforma educativa en el sentido literal de la expresión y que eso está todavía por diseñarse e implementarse. Y con eso creo que sólo un priista a la vez dogmático y fanático podría estar en desacuerdo.