¿Quién Manda Aquí?

I) El escándalo
Hace unos días nos despertamos en todo el mundo con la increíble noticia de que una de las asociaciones deportivas más importantes del mundo, la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), había sido intervenida por la policía norteamericana la cual, en territorio suizo, había detenido a un cierto número de funcionarios prominentes de dicha organización (cerca de 50). La justificación de la intervención del gobierno yanqui fue que se había descubierto que los dirigentes de la FIFA habían cometido toda clase de maniobras financieras ilícitas (fraudes), lavado de dinero y acciones típicas de crimen organizado. Naturalmente, dado el bombardeo mediático, la impresión que el ciudadano normal se lleva ante noticias de acción policiaca como esta en contra de la FIFA es de satisfacción y aprobación. El razonamiento común es que habría sido gracias sólo a una ardua investigación de varios años que por fin se habría hecho justicia y se habría desbaratado una organización criminal, parasitaria y en el fondo hasta deformadora del deporte mismo que, se supone, pretende impulsar a nivel mundial. La reacción espontánea de la gente podría expresarse así: “Bravo! Bien merecido se lo tienen esos delincuentes de alto nivel. Bien por el FBI!”.
No cabe duda de que la noticia en cuestión resultó por lo menos doblemente sorpresiva. La acción del gobierno de los Estados Unidos en contra de la FIFA tomó a todo mundo de sorpresa porque, curiosamente, algo de lo que ha salido a la luz ya se sabía; de hecho se sabía mucho más, pero nunca se había hecho nada. Qué sorpresa que ahora sí, súbitamente, se hiciera algo. ¿Raro, no? Era bien sabido, por ejemplo, que para tomar decisiones importantes los dirigentes de la FIFA se reunían con todos los dirigentes de todas las asociaciones mundiales en alguna isla que rentaban durante tres o cuatro días y por medio de bacanales, sobornos, orgías y demás se cooptaba a los dirigentes y se captaban sus votos. Ese es un aspecto de la corrupción por medio de la cual operaba la organización. Pero siempre hubo otros, no tan llamativos. Por ejemplo, todos recordamos la odiosa e injusta expulsión de Maradona durante la Copa del Mundo en los Estados Unidos, en 1994. Con Maradona al frente, Argentina en esa Copa era simplemente imparable. Había que sacarlo de la cancha porque era un estorbo para grandes negocios ya acordados. Se hizo entonces lo que había que hacer, o sea, sacar a Maradona (quien no era comprable) para obtener el objetivo deseado que era, como todos sabemos, que Brasil se coronara. El brasileño Joao Havellange era todavía el presidente de la FIFA y en verdad fue con él que ésta se convirtió en la máquina de negocios que desde entonces ha sido. La FIFA maneja anualmente miles de millones de dólares en contratos (televisión, ropa, comida, telefonía, afiliaciones, transferencias de jugadores, etc.) y es obvio que en esos niveles la corrupción tiene que estar presente. Es de párvulos pensar que se pueden manejar empresas trasnacionales de esas magnitudes sin que haya sobornos, chantajes y en general acciones ilícitas de todo tipo. Pero la pregunta aquí, y esa es la segunda razón por la que era inevitable no sentir asombro por el suceso, es: ¿por qué justo ahora?¿Por qué, si todo se sabía desde hacía 25 años, por qué estalló el escándalo ahora?¿Por qué derrocar a Blatter si éste siempre actuó en concordancia con las leyes del mercado? Que no nos vengan a decir que por requerimientos norteamericanos de higiene financiera, porque eso sería además de todo un insulto no digamos ya a la inteligencia, sino al sentido común. Lo estremecedor del caso es que la respuesta al enigma de la FIFA no está en las prácticas de la FIFA, porque si así fuera los Estados Unidos tendrían que desmantelar un número fantástico de empresas norteamericanas (Walmart, Enron, Merrill Lynch, Merck y tantas otras) que operan fraudulentamente a lo largo y ancho del mundo y eso ni lo han hecho, no lo hacen ni lo harán. Entonces ¿por qué ensañarse con la FIFA y sus dirigentes?
II) Las raíces de la destrucción de la FIFA
Como dije, si queremos entender mínimamente qué pasó con la FIFA tenemos que ver en otra dirección; tenemos que volver la mirada hacia donde se toman las decisiones fundamentales en el mundo occidental. Después de todo, la FIFA no es cualquier agrupación. Ahora bien, si queremos entender lo que está pasando con la FIFA (lo cual incluye la renuncia de Blatter el día de hoy, martes 2 de junio), tenemos que cambiar totalmente de escenario: tenemos que remontarnos a los años 90 y revivir el desmoronamiento de la URSS. El encargado de desmantelar la Unión Soviética fue Yeltsin, el dipsómano. De lo que se trataba era de privatizar todo lo que hasta entonces había sido propiedad estatal, es decir, prácticamente todo lo que operaba como unidad productiva en el país: las fábricas, los periódicos, el petróleo, la televisión, las siderúrgicas, los trenes, etc., etc. La consigna era deshacerse de todo y rápido. El problema era: ¿quién estaba capacitado para absorber lo que hasta entonces habían sido las empresas del Estado, toda la riqueza nacional de una super-potencia? Desde luego que no el ciudadano común y corriente. No obstante y como siempre, aparecieron de la nada algunos “vivales” que, financiados por banqueros y magnates occidentales, en un santiamén se apoderaron de todo. Conformaron entonces lo que la gente en Rusia empezó a llamar el grupo de los ‘oligarcas’. De manera que no más de 20 o 25 personas se quedaron con todo lo que era la riqueza de los pueblos de la Unión Soviética.
Los oligarcas eran ricos en serio. Estamos hablando de gente que llegó a tener 60,000 millones de dólares prácticamente de un día para otro. En ese contexto de desmantelamiento forzado y precipitado de la Unión Soviética llega Vladimir Putin al poder y, como era de esperarse, se da la confrontación entre los oligarcas y el nuevo presidente de un país que estaba dejando de ser lo que había sido sin ser todavía nada determinado. El evento decisivo se produjo en el Kremlin, durante una ahora célebre reunión en la que, al llegar, Putin va saludando personalmente a todos y cada uno de los presentes. Éstos, sin embargo, ya tenían un plan y, mejor aún, un portavoz: Mihail Khodorkovsky. Éste acusa al gobierno de presiones injustificadas, de extorsiones, etc., y le exige a Putin que le ponga fin a todas esas prácticas. En un momento dado (la verdad es que yo no sabría si calificar su pronunciamiento como cínico o como extremadamente sincero), él explícitamente admite que es obvio que todos los que están allí robaron, pero que tiene que haber un nuevo punto de partida, un nuevo arranque y que ellos, los nuevos magnates rusos, le exigen al gobierno que nos los obstaculice en sus actividades, porque la economía rusa depende de ellos. Lo inesperado en esa reunión es, obviamente, la reacción de Putin: éste no sólo no se deja intimidar por los nuevos multimillonarios sino que contra-ataca y se sale. Al otro día Khodorkovsky es detenido y encarcelado. Poco a poco, Putin recupera mucho de lo que había sido robado por estos “hombres de negocios” y redistribuye los bienes. (Khodorkovsky, como es bien sabido, negocia su salida y sale de la cárcel y de Rusia unos 14 años después).
Lo anterior, aunque estrictamente hablando asunto interno de Rusia, genera una furia inaudita, inmensa, infinita en Occidente pero especialmente en los Estados Unidos. Y tenían razón, porque lo que se desvaneció fue el “sueño americano”. Lo que se vino abajo fue la idea de tener un país hermano dominado abiertamente por los oligarcas rusos, con lo cual se habría completado un plan de dominio mundial. Pero apareció Putin y el proyecto se extinguió. Esto explica el odio tan feroz que en ciertos sectores hay hacia él. Al subordinar a los oligarcas, Putin automáticamente se convirtió para la prensa mundial en el nuevo ídolo del mal, el causante de todos los problemas del universo, cuando en realidad lo único que hizo fue hacer valer sus sentimientos nacionalistas y religiosos e imponer una política favorable al pueblo ruso y no a unos cuantos arribistas y parvenus como lo eran Berezovsky, Smolensky y los otros. Pero desde el punto de vista de la cúpula política, financiera y mediática de los Estados Unidos, Putin es absolutamente imperdonable. No lo crucifican ni queman vivo porque no pueden, pero el odio se manifiesta de múltiples maneras. Una de ellas es, por ejemplo, la artificial y criminal guerra de Ucrania, una guerra planeada y orquestada desde Washington. Pero con todo y eso, el proyecto de trasnacionalización del mundo fue frustrado y lo fue por un hombre: Vladimir Putin.
III) La FIFA, Rusia y Palestina
Aquí es donde retomamos el tema de la FIFA. Blatter arregló, como lo había venido haciendo con la anuencia de todo mundo, que en 2018 la Copa del Mundo tuviera lugar en Rusia. Pero con el trasfondo que hemos delineado esa era una decisión sencillamente inaceptable e imperdonable. ¿Cómo es que se atrevió a hacerlo? Con esa decisión, Blatter selló su sentencia de muerte. Pero se necesitaba algo más para echar a andar el proceso de destrucción de la FIFA de Blatter y ese pretexto lo suministraron involuntariamente los palestinos. Éstos se habían venido quejando, con yo diría mil por ciento de razón, del hostigamiento, del acoso y de la brutalidad de la que son objetos sus futbolistas cuando tienen que salir del campo de concentración de Gaza para competir, siempre en condiciones de desventaja, con sus rivales deportivos. Pueden no cumplir con sus compromisos porque no los dejan salir o llegar de regreso y no encontrar sus casas porque ya se las demolieron. Y eso todo el tiempo. Entonces, ante una brutalidad israelí que hasta los invidentes podrían ver (es curioso: hay fenómenos que un invidente puede ver, pero que un fanático no puede percibir!), los palestinos solicitan a la FIFA que excluya a Israel de la Federación. El tema es recibido como digno de ser considerado y eso sí ya no se puede permitir. Llegamos a los límites de lo permisible. Ya están los elementos en el tablero y ya se puede pasar a la acción.
El procedimiento judicial y policiaco se prepara en tres minutos. Lo que siempre se busca es tener a la mano una buena justificación política. En este caso se disponía de ella desde hacía 30 años. No había problema. Entonces el gobierno americano interviene una institución privada cuando nadie inició ninguna acción legal en su contra y, auto-confiriéndose derechos de extra-territorialidad, arresta a ciudadanos de diversos países en un país europeo. Hasta donde mi razón me lo indica, eso es una flagrante violación de la soberanía nacional en este caso de Suiza. Estoy seguro de que para muchas personas resulta incomprensible que los gobiernos europeos no hayan dicho ni una palabra al respecto, que nadie haya protestado. Pero dejando esto de lado, con la intervención del FBI: ¿qué se persigue?¿Cuál es el objetivo de la operación? Podemos mencionar varias cosas.
En primer lugar, iniciar el proceso de re-estructuración de la FIFA de modo que en un plazo no muy lejano se reúnan los dirigentes de todas las asociaciones y echen por tierra las decisiones anteriores, muy especialmente desde luego la de concederle a Rusia la sede para la siguiente Copa del Mundo. Debe quedar claro: el odio contra Putin es inmenso y va a durar varios miles de años. En segundo lugar, se acabó el problema palestino. Ya se les explicó a éstos una vez más que ellos no tienen derechos y menos aún de inconformarse en contra de una política o de una decisión del gobierno israelí. Tiene que quedar claro que eso no está permitido, que no es una regla de conducta pública o privada que tenga validez en la vida occidental contemporánea. En tercer lugar, hay que darle un escarmiento a Blatter y de paso indicarle a los líderes o dueños o dirigentes lo que les puede pasar si se atreven a violar las leyes supremas no escritas de la política occidental. En cuarto lugar: debe quedar claro que no se trata de detener u obstaculizar el modus operandi del big business. Lo que está pasando no es el inicio de un proceso de moralización, de re-estructuración moral, de limpieza axiológica. Nada de eso. Pensar algo así es ser ridículo. Lo que está en juego es otra cosa. La nueva FIFA procederá exactamente igual o peor que la FIFA de Blatter. ¿Quién es Blatter a final de cuentas?¿Cómo puede un sujeto así imaginar que va a retar a los amos del mundo occidental?¿Quién manda aquí entonces? Es en eso en lo que inevitablemente el asunto de la FIFA hace pensar.
R E G R E S O   E N   D O S   S E M A N A S
 

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